Rosácea

La rosácea es una patología inflamatoria crónica de la piel de origen desconocido en la que intervienen diversos factores, contando con mayor evidencia, la predisposición genética, la exposición solar, tener vasos sanguíneos que se dilaten con facilidad ante estímulos como el calor o las emociones y la infección por el ácaro Demodex folliculorum.

Afecta a vasos sanguíneos y a las unidades pilosebáceas en nariz y mejillas y se caracteriza por rubor frecuente y por la aparición de rojeces transitorias o permanentes, telangiectasias y lesiones de tipo acneiformes. Aunque es una enfermedad de perfil acneiforme y suele acompañarse de pequeñas pústulas, no debe confundirse con acné, del que se diferencia en que no comienza con comedones y se presenta de una sola forma sin que coexistan en el tiempo distintas lesiones.

Si el cuadro avanza, pueden verse afectados los ojos y aparecer alteraciones cutáneas varias incluyendo engrosamiento de la piel.

Actualmente no hay una cura definitiva y el abordaje de la enfermedad debe ser múltiple evitando la exposición solar y estímulos que produzcan vasodilatación. Existen distintas formas clínicas con tratamiento farmacológico específico tópico u oral, laser, tratamiento ocular si procede y si se presenta coinfección por Demodex su eliminación mejora el cuadro. La recomendación más importante, sobre todo en debutantes, es acudir al dermatólogo/ oftalmólogo para obtener un diagnóstico certero y no iniciar tratamientos tópicos u otros por uno mismo o siguiendo los consejos de personas no cualificadas, dado que, en la mayoría de los casos, no solo no se alcanza una solución, sino que se empeora el cuadro. Es una enfermedad con buen pronóstico, pero afecta mucho a la calidad de vida del paciente y si no se trata puede derivar en alteraciones y deformaciones permanentes.